Los recuerdos son sustancias tan
no-volátiles en mí. Saben tanto más de mí que yo misma, y de ellos mismos. Ni siquiera tengo que llamarlos. De hecho, hasta a veces me gustaría echarlos por un tiempo. Vienen, engrandeciendo los espacios ya ocupados por cosas mucho más volátiles, y me miran diciéndome que ya era hora, y que no me tape los oídos, las manos, que ellos vienen a mirarme y a escucharme, pero sin que yo hable. Yo soy el recuerdo, y vivo en ellos contándoles,
cantándoles.
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