pasé por el club social
donde valentín,
un señor morocho
de edad y procedencia
para mí desconocidas,
se encargaba con cariño
de cuidar las canchas
donde jóvenes
jugaban al tenis
entre polvo de ladrillo.
valentín murió hace
algunos años,
intenté captar su aura
cuando caminaba
hoy a la tarde
pero no lo sé
no sé si algo quedó
más allá de mi recuerdo
en 2009 pregunté
inocentemente
al profesor de biología
si no sentía
resquemor
temor
o hasta pudor
existencial
cuando tocaba
manipulaba
sin prurito los huesos
de quienes solían ser
personas
me respondió
con el puño cerrado
que nada temía,
el universo entero
en una cuestión de siglos
se vería reducido
a una pequeña
piedra,
una pequeña piedra
carente
de sentido.
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