El ladrillo es más lindo cuando llueve, y un conejo que pasa por ahí-abajito, corriendo. ¡Cuidado! nadie vaya a comerlo: es el dios de lo suave y sabe más que los árboles de sus raíces y del cielo.
Ni siquiera ese señor que está llorando porque cayó la bolsa, o incluso ese joven enamorado de la naturaleza, comprenden lo que este conejo -camafeo su dulcinea, floragua verde, vestidito a rayas-: que la felicidad es un tecito de menta, un otoño en pijamas, dos manos que se encuentran.
Coneji, fuentecita, lindo a veces, me gusta así .
1 comentario:
Jaja, qué lindas imágenes.
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