De cómo uno va creciendo y se va olvidando de las flores.
O no.
Y las recuerda de otros modos.
sábado
Happy new year.
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
J. Cortázar
avril 14th
A individuo perdido en día lluvioso, si es que le falta la lluvia, el amor y el piano,(y si no, también) escuche:
http://www.youtube.com/watch?v=MBFXJw7n-fU
http://www.youtube.com/watch?v=MBFXJw7n-fU
miércoles
domingo
flor del valle
Existe una cosa que me agrada mucho y esa cosa es que mi madre me mande a comprar flores a una florería ubicada estratégicamente cerca de mi hogar, en especial si llueve.
L’autre jour, mi madre me dio el gusto (sin saberlo) y fui testigo de la siguiente conversación digna de ocurrir un miércoles a las 10:20 hs. AM, en florería, naturalmente, “No me olvides”. Los personajes que le dieron vida fueron una señora de unos 60 años, bolsa, y paquete de flores en mano, y la clásica florera, con su bonito delantal, encantada de hablar con todo ser que atravesara su camino.
Señora(hablándole al éter):- Qué feo que se puso el tiempo, ehhh. Con lo lindo que se había puesto por la noche.. ¡Es una lástima que ahora se haya largado de nuevo!
Florera(dirigiéndose a hombre que se encontraba en el mostrador con ella, ocasionalmente):- Vos sabés, mi papá me vuelve loca, quiere que tenga otro hijo, viste, pero yo ya tengo una y no queremos con mi marido, pero mi papá me sigue insistiendo..
Señora:- ¡AY, qué horror ser hijo único! Mi hijo tiene una sola nena, y a mí me vuelve loca que no quiera tener otro.. Para colmo ayer me vengo a enterar de que mi hijo en su nueva casa tiene una pileta enorme, y dos Rottweilers... ¡desde ayer que no duermo, mirá! Qué feo ser hijo único.. bueno, ya me iba, chau chau, nos vemos querida.
Todo esto encantador, en especial si lo oyó una hija única buscando flores al precio de 4 pesos, feliz de que estuviera lloviendo afuera.
L’autre jour, mi madre me dio el gusto (sin saberlo) y fui testigo de la siguiente conversación digna de ocurrir un miércoles a las 10:20 hs. AM, en florería, naturalmente, “No me olvides”. Los personajes que le dieron vida fueron una señora de unos 60 años, bolsa, y paquete de flores en mano, y la clásica florera, con su bonito delantal, encantada de hablar con todo ser que atravesara su camino.
Señora(hablándole al éter):- Qué feo que se puso el tiempo, ehhh. Con lo lindo que se había puesto por la noche.. ¡Es una lástima que ahora se haya largado de nuevo!
Florera(dirigiéndose a hombre que se encontraba en el mostrador con ella, ocasionalmente):- Vos sabés, mi papá me vuelve loca, quiere que tenga otro hijo, viste, pero yo ya tengo una y no queremos con mi marido, pero mi papá me sigue insistiendo..
Señora:- ¡AY, qué horror ser hijo único! Mi hijo tiene una sola nena, y a mí me vuelve loca que no quiera tener otro.. Para colmo ayer me vengo a enterar de que mi hijo en su nueva casa tiene una pileta enorme, y dos Rottweilers... ¡desde ayer que no duermo, mirá! Qué feo ser hijo único.. bueno, ya me iba, chau chau, nos vemos querida.
Todo esto encantador, en especial si lo oyó una hija única buscando flores al precio de 4 pesos, feliz de que estuviera lloviendo afuera.
viernes
miércoles
martes
Lucky I ran into you.
I
Mientras llueve, por supuesto, salir y caminar sin rumbo alguno. Y observar que aquel desconocido que camina hacia uno lo mira ininterrumpidamente, hasta que lo toma de las manos y le susurra, despacio, por supuesto: “Al fin lo he encontrado, al fin”. Luego de un microsegundo (insignificante, por supuesto, si se lo compara con ese ser con el cual comparte las manos ahora), darse cuenta de que es tiempo de ir a la disquería más cercana, mirarse un buen rato con la persona ( que ha compartido tiempos intangibles con uno, tiempos de antes, en que uno no era uno, y lo sabe, antes era todo fingido, no era real, ahora es real, más que cualquier realidad que pueda alguien contarle), a la vez que amar como nunca se lo ha hecho y como nunca se lo hará, por supuesto. Mirar el reloj, entonces, y sin apuro pero comprendiendo que eso ha sido todo, y con inexplicable sensación de felicidad pura, carente de nostalgia alguna, despedir a ese ser que así como fatalmente ha hecho intersección con uno, ahora se va.
II
Volver, por supuesto, a la casa, sentarse en un confortable sillón y encender el fuego, el televisor, en donde por supuesto, pasan una película bonita. Ahora sí, cuando ya está uno sentado y apropincuado, con un té en la mano, y a punto de olvidar lo que ha sido el suceso más importante de su vida (el que acaba de ocurrir dans la rue), reírse suavemente, por supuesto, de uno mismo, y de las vueltas que la vida sabe dar.
Mientras llueve, por supuesto, salir y caminar sin rumbo alguno. Y observar que aquel desconocido que camina hacia uno lo mira ininterrumpidamente, hasta que lo toma de las manos y le susurra, despacio, por supuesto: “Al fin lo he encontrado, al fin”. Luego de un microsegundo (insignificante, por supuesto, si se lo compara con ese ser con el cual comparte las manos ahora), darse cuenta de que es tiempo de ir a la disquería más cercana, mirarse un buen rato con la persona ( que ha compartido tiempos intangibles con uno, tiempos de antes, en que uno no era uno, y lo sabe, antes era todo fingido, no era real, ahora es real, más que cualquier realidad que pueda alguien contarle), a la vez que amar como nunca se lo ha hecho y como nunca se lo hará, por supuesto. Mirar el reloj, entonces, y sin apuro pero comprendiendo que eso ha sido todo, y con inexplicable sensación de felicidad pura, carente de nostalgia alguna, despedir a ese ser que así como fatalmente ha hecho intersección con uno, ahora se va.
II
Volver, por supuesto, a la casa, sentarse en un confortable sillón y encender el fuego, el televisor, en donde por supuesto, pasan una película bonita. Ahora sí, cuando ya está uno sentado y apropincuado, con un té en la mano, y a punto de olvidar lo que ha sido el suceso más importante de su vida (el que acaba de ocurrir dans la rue), reírse suavemente, por supuesto, de uno mismo, y de las vueltas que la vida sabe dar.
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