dreams burn but, in ashes, are gold.



lunes

en la calle

oís
te estoy dejando todos mis libros antes de irme;
saco de mi bolso lápices de colores:
es lo único que tengo.
han cerrado aquella librería, la más cercana,
en la que escuchábamos Chopin y
estábamos a gusto.
nada queda ileso en el latir constante de los días.
si oís,
ves cómo tu voz se hace un solo canto con la mía:
las palabras, ajenas,
que procuramos decir la otra tarde.
el viento que pasa
dejará sus marcas en mi rostro
y quizás arrastre consigo
la levedad de todos sus pájaros.

domingo

filter taps

llueve tanto.
el cielo está blanquísimo
y mujeres a mi lado
me hablan en inglés.
las claraboyas de esta casa
dejan pasar tanta luz
que no puedo pensar
en otra cosa
más que en la lluvia
y en este pequeño poema,
encontrado, que reza:
“la única noche en
que mis pasos eran
un sólo compás
con los truenos
fue aquella en la que
me besaste.
Una felicidad plasmada
de ternura y egoísmo,
propia de quien oye
a un perro cuando ladra
o alguna nana
de Debussy
a las doce de la noche.
Rayos y centellas,
casi como un canto irrefutable,
nos vienen a decir
algunas cosas,
importantes”