dreams burn but, in ashes, are gold.



viernes

I

Y así, en forma repentina, fueron a caer en la unión de los caminos. Una unión ilusoria, naturalmente. “¡Qué linda la primavera!” repiten cansinamente. Allá y con los ojos cerrados, dos consuman su amor bucólico a la sombra de una parra. Un amor sin precedentes en la historia local de la fauna floral del no-lugar. Y no por eso un otro, encerrado en las dicotomías de la astrología, no siente ganas de rodar un rato por el pasto. Pero no riendo. Llorar un poco, quizás. Y sentir un dolor profundo que se le hinca en el cuerpo. Creyó que era de amor. Se equivocaba: su mano se mecía sobre un cardo. A todo esto, un gato ronronea y se acaricia en la copa de un árbol. Este último vive justo donde los caminos se unen ilusorios; y los señores que repiten sin sentido de la estética. ¡Qué linda la primavera!

No hay comentarios: